La arcilla se ha considerado siempre como una “Tierra milagrosa” debido a sus interesantes usos en afecciones reumáticas, circulatorias, dermatológicas. Así, la arcilla se utiliza como componente de mascarillas y emplastos, mezclada con agua u otros componentes, para purificar, limpiar, tonificar, reparar, suavizar y nutrir cualquier tipo de piel.
Las propiedades de la arcilla se deben en parte a su composición mineral (silicio, magnesio, hierro, calcio, manganeso…), en parte al tamaño de sus partículas.
Hay numerosos tipos de arcilla, pero las arcillas más utilizadas son el caolín, la arcilla roja y la verde.
La composición mineral de la arcilla es el silicato de aluminio. Es rica en sílice, un mineral importante en el mantenimiento de elasticidad y fortaleza de la piel.
Cicatrizante y astringente, muy absorbente y elimina las impurezas de la piel.
Se comercializa en forma de polvo seco. Cuando se mezcla con agua forma un coloide hidratado (una “pasta” de mayor o menor densidad en función de la cantidad de agua añadida).