Los aromas nos subliman y son mensajeros de serenidad, bienestar y gozo, no es de estrañar que puedan guiarnos en la meditación y la reflexión.
Las esencias meditativas son especialmente las resinas y amaderadas que, por su cualidad de nota baja, nos asientan y relajan, ralentizando nuestro ritmo de respiración y pensamiento.
Muchas de estas esencias siguen siendo veneradas y son consideradas sagradas por las culturas de nuestro mundo: INCIENSO, CEDRO, SÁNDALO, MIRRA, COPAL…
Mientras el hemisferio sur disfruta del calor, en el hemisferio norte acogemos un frío invierno.
El frío lo acalla todo, si te coge en casa, te apetece acurrucarte en una manta, adormecerte… Si es muy intenso, te debilita, pero si los administramos bien, te fortalece.
El invierno es tiempo de recogida, de noches largas y frías…
La aromaterapia puede ayudarnos a disfrutar al máximo de esta estación tan silenciosa… Esencias saladas, tónicas y calentadoras como el enebro, el romero, el tomillo, el jengibre o la canela pueden ayudar a combatir las extremidades frías, las articulaciones anquilosadas y el destemple interno.
Podemos añadir 15 gotas de uno o varios aceites esenciales en aceite de avellanas o de almendras y calentar la mezcla levemente. Podemos aplicarla dándonos un suave masaje en el cuerpo. También podemos añadir unas gotas al gel de baño y dejar el aroma nos invada cuando contacte con el agua caliente de la ducha!
También podemos escoger algunas esencias cítricas de invierno para contrarrestar la tristeza que se genera en el corazón de algunas personas con el acortar de los días. Esencias ricas, armoniosas y que hacen ver la vida de forma optimista: bergamota, pomelo y naranja.
Y para los que nos gusta adentrarnos en los muy adentros y observar nuestros indicios de consciencia os animo a oler, en vuestras meditaciones, la esencia u oleorresina de incienso o de sándalo. El aroma, fuente de inspiración y conexión con partes de mi yo que me hacen ser mejor persona, es desde ahora nuestro amigo en las emociones.
Disfrutar y compartir
El aroma de las rosas aromáticas cambia según la especie y la variedad de cultivo, aunque todos tienen en común algo que nos hace reconocerlo y asociarlo a esta maravillosa flor.
Los botánicos afirman que existen más de 5000 variedades de rosas, y sólo unas pocas son aromáticas. La mayoría de las rosas aromáticas son híbridos, es decir, han sido modificadas por la selección del ser humano.
Y, en concreto, sólo cuatro especies son cultivadas para la extracción del aceite esencial o esencia. Y estas son:
Rosa damascena
Rosa centiflolia
Rosa gallica
Rosa alba
La Rosa damascena, también llamada rosa búlgara, rosa turca o rosa de Damasco. Crece silvestre en Siria, Marruecos y Andalucía, aunque es un híbrido. Se cultiva especialmente en Turquía y Bulgaria. Es la rosa que más cantidad de aceite esencial contiene y el más apreciado y valioso. Su olor recuerda a las rosas del jardín.
La Rosa alba, también se conoce como la Rosa blanca. Se cultiva en Bulgaria. Tiene componentes menos volátiles, por lo que desprende un aroma más tenue y es menos apreciada que la anterior, sin embargo es muy resistente a condiciones ambientales duras.
La Rosa centifolia, también llamada rosa de mayo o rosa francesa porque se cultiva ampliamente en la región de Grasse (France), además de encontrarse en Marruecos. Dado su poco rendimiento en la destilación, su aroma se extrae por maceración en disolventes orgánicos para obtener un absoluto o un concreto.
El aroma de rosas
Los aceites esenciales y absolutos de rosa añaden profundidad y belleza a cualquier preparado cosmético, aromaterápico o de perfumería.
En perfumería, si realizamos perfumes con gran cantidad de alcohol, podemos usar el absoluto, pero para vehículos muy acuosos, mejor utilizar el aceite esencial. En general, el aroma de rosas puede suavizar los olores muy ácidos de los cítricos o disimular ligeramente los aromas sintéticos. También, si es aceite esencial puro, podemos utilizarla en la cocina para aromatizar macedonias, bebidas y licores.
Desde la Aromaterapia, sólo se recomienda el uso del aceite esencial puro, nunca el de los absolutos. Su uso terapéutico es muy interesante en las afecciones femeninas dado que se considera una esencia capaz de trabajar emociones muy íntimas relacionadas con la feminidad, la creatividad y la capacidad de amar. Además, es astringente, regulador endocrino y antiséptica, usándose con frecuencia en alteraciones del climaterio o del Síndrome Premenstrual. Su capacidad para aumentar la autoestima, la positividad y la alegría la hacen imprescindible en la terapia emocional para trabajar sobre la depresión, superar traumas, auyentar miedos o aliviar la tensión psíquica.
En cosmética se recomienda con mucha frecuencia por sus propiedades equilibrantes en todo tipo de piel. Permite hidratar, regenerar y descongestionar a la vez que regular la secreción sebácea, por ello, tanto la encontraremos en fórmulas antiarrugas, antiacné, contra la irritación cutáneas, etc. Y es que hay pocos aceites esenciales tan versátiles, que ofrezcan tanta suavidad y luz a la piel como la rosa.
La energía de la rosa
Desde muy antiguo se proponían baños de pétalos de rosa para limpiar el aura y eliminar “malas energías” de nuestro halo. Y es que la rosa es un limpiador que atrae el amor divino y la luz.
Su esencia se asocia al chackra del corazón, con lo que energéticamente trabaja sobre emociones relacionadas con el amor, los vínculos personales y la autoestima. Su aroma reconforta trayendo equilibrio sobre estas emociones. Debido a esto, se utiliza en casos de desamor, de odio, de rencores, de frigidez o ausencia de libido, de complejos de inferioridad, etc.
Como afrodisíaco, la rosa permite un ambiente de amor romántico y dulcemente apasionado
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